Quiero escribir y no sé a quién. Mi Cosmos no puede dilucidar a quién. ¿A Fulano? ¿A Mengano? ¿A Zutano? A ti, X.
Noviembre del 2001.

X:
Hace tiempo que no podemos platicar tranquilos. Tu ritmo, mi ritmo y el ritmo de los demás no nos permiten sentarnos a gozar un cigarrillo, tocar nuestras barrigas y ver a las gatas correr.
Temo al pensar en la posibilidad de que los caminos transitados juntos hayan sido porque un plano de nuestras vidas nos forzó a ello. No quiero. Lo lamentaría. Me dolería.
Mi presente es iluminado por la luz del sol; mi cuerpo y mi mente por la luz de la tranquilidad. He podido exorcizar la mayoría de mis demonios. Estoy parado sobre mis piernas observando el amplio horizonte; difícil, difuso, pero amplio. Es una batalla dura, mis fuerzas aún son escasas, pero avanzo; con los pies doloridos e hediondos, avanzo; solo y dubitativo, avanzo. Estoy en ese vórtice, vértice de cada escalón que subí, que subo y que voy a subir.

Lloraría tu muerte.

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