Pedazos (de la revolución perteneciente)

Desgarran mi pecho los cielos que no despejan. Desgarra la armonía y erizan -pugnal en mano- los vestigios de quienes creen hacer la revolución.
Pugnal en mano abren caminos de oficinas; ellos llevan la marca de dulces pequegnos habitantes de ciudades; ellos deben caer. Aunque ruede mi cabeza por mediocres y gallardos traidores, ellos deben caer.
Arriba, la horda define quien me cuelga. Pero mi voz, abajo, cuan Murillo envalentonado, tegnirá la sangre derramada por mis hermanos y regara las semillas de libertad.
¡Murmuren! Aunque caiga cavaré mi fosa y, como zombie perseguiré sus suegnos baratos, estilizados, académicos, orugados...
¡Murmuren! El fango pone a prueba mis ideas y resistiré como zorro, león, hombre, fuego...
¡Conmigo los que ensucien sus pies!
¡Contra mí quienes gozen la oficina!