Apoéticas reflexiones

No intenta ser una poesía este estúpido sentimiento que me lleva desear estrangular a cada uno de los mortales que residen en mi cosmos. Quiero estrangular a los oficinistas, a los oportunistas, a los rojos de café, a la rosa que espero ya no pueda dormir en su escalera, a la dolorosa idea del amor color arcilla, a las pendejadas sobre el andamio, a anillos del pasado tímido y silencioso, a las vírgenes profetas, a los campeones de estafeta, a la parada del colectivo, a la ambulancia ululando en calle Corrientes, al sexo pasajero de dirigibles antídotos, a mi sangre y a mi semen...
No intenta ser una poesía porque la muerte se tigne de pardo, como sus ojos ignotos que creen en ritos de amor fraterno, viejo río de tristeza macana, aragna, samantha, pedante, pilluelos, ediciones de albergue transitorio...y el sesenta pronto me abultará en sus entragnas. Ni bang. Ni puedo lagrimear. No quiero verla nunca mas. ¡¡¡Pegate un tiro!!! ¿Entendés?! Pe-ga-te un ti-ro. Te quise amar y no quieres, arcilla. Te quise amar y no quieres, rosa (el fulgor de mis antojos se quiebra en ironía) fuego, aire, agua, tierra... que alguien incendia mis huesos frágiles, llene mis pulmones tuberculosos, ahogue mis desesperanzas cristianas, entierre mis ultimos momentos con el pasado.