¿?
Ro (cio):
Estoy sentado en el comedor de mi casa, preocupado porque ya no me quedan casi cigarrillos y no tengo más dinero para comprar. Los necesito, quiero calmar (quemar) mi angustia.
Esta es la tercera carta que comienzo a escribirte. Me cuesta expresar lo que significas sin tener miedo a que lo malinterpretes.
La luz interior que te inunda es el más preciado regalo que te dió el universo, trata de no perderlo. Tu belleza no es solo exterior, sino también interior (la más relevante, a pesar de este mundo que se devora a si mismo). Significas mucho (tu sonrisa, tu “te quiero mucho”, tu mano en mi hombro) pues creo que puedes ayudarme a salir de mi laberinto, el que yo ayudé a construir. Pero tengo miedo de perderte, de que nuestras diferencias destruyan el frágil puente de cristal y se aleje tu corazón, ese fragmento de sol que cayó a la tierra.
Haré lo posible y lo imposible para que nadie apague la luz que ilumina.

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