2a. Carta a la luna después de mi suicidio
2-98
Luna:
Miro mi exterior y llueve, tan solo llueve; quizás porque la tranquilidad de mi espíritu necesita existir en alguna balanza cósmica, necesita transmitir lo que en este momento siento; tal vez no sea así, pero no importa.
Estoy muerto, seguí la luz y estoy muerto; a pesar de los infantiles juegos que jugué contigo para subsanar lo que por un tiempo fuiste: E Q U I L I B R I O.
Pero como todo juego -cuando dura demasiado- los jugadores caen extenuados, hartos de hacer rodar los dados, agobiados de ganar o perder. No quiero jugar más, siento que es perder el tiempo con alguien que cambió para mal. ¿No te das cuenta, acaso, que la abstracción del universo que desprecias te brindó toda tu magia creadora?¿No sientes que tu carbonilla se mueve esquemáticamente?
Eras lúcida, no tenías fantasmas regidores ¿Acaso me engañaste de manera tan perfecta que tú misma te convenciste?¿o realmente surgí en ti como el martillo de la pared de tu patetismo?
Luna, derramaste sobre el asfalto la esencia de la inspiración: la desesperación. Nunca te lo perdonarás; el único responsable será tu ego, que brinca de espejo en espejo, deteniéndose en quién te califica “bien”.

¡Abandona tu ego
por que no podrás llegar a la cumbre cargándolo!
¡Baja tu mente, sube tu espíritu, atrapa tu alma y libera tu corazón!
¡O arderás en tu propio vacío!
(Pienso y sonrío).
Recuerdo cuando reprimiste tus ganas de invitarme a tu casa. Recuerdo y recuerdo, temeroso de que estalle la bestia que habita dentro mío. Recuerdo y recuerdo, no recordaré más.
Espero que un día puedas rasgar
tus vestidos y besarme.
(Pronto o en tus 27 años).

Te quiere.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

comentá si se te da la gana...