Remos de madera húmeda


Remo incansablemente, y la madera sigue húmeda...
...afuera las personas se siguen muriendo y dentro de mi late
incansable el miedo a viejas enfermedades.
Mi cuerpo decaído cae otra vez. Sueños espaciosos estrellan contra la pared.
Amores, titilan.
La soledad del andariego acumula odio e insatisfacción.
Y ellos vacilan...
Sudo como esclavo. Temo como perro. Mareos. Mentes miniaturas.
Delirios en la cama y lejos de ella. Bajen, dioses de dádivas.
Temo perder. Las horas acaban y no podré volver a jugar.
Escribo por escribir y los tontos no publican. Grito. Esputo.
Año inútil. Fugitivo desconfío y miedo de abandono. Perro. Cam. Fan.

Ya soy de los que alcanzan té con limón. No de los que son alcanzados.
Soy de los que leen letras chicas, no de los que son enseñados a leer.
Desesperación. Mares. Nueve años. Diez años.
Ataúdes que no comprenden quienes darán vida.
Me ahogo. Fumo. Esfumo. Ciudad adormecida.
Paciencia de quienes miran desde arriba y de quienes miran con desdén.
Costado cruel. Idealismo mentiroso.
Temo perder. Sosobra y no se nadar. Nada. Nadie.
Y eso que los fósforos Kwai se humedecieron.
Soledad, tristeza y desesperación...y a nadie (pero a nadie) le importa.
Corran cuidando su canasta de pastillas.

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