El calor agobia a los frágiles de corazón. 27 de Febrero del 2002. 19:42 hrs.

X:
Fabulosos son los instantes en que nuestra mente dibuja en cada movimiento de nuestros músculos esa electricidad ubicua, ese “chi” ancestral en donde se sintetiza la majestuosa obra de la creación. Por ello te vuelvo a escribir, a pesar de que en menos de una hora te veré.
En estos últimos días he podido balancear mi vida, en un viaje ferroviario que me llevó a a casi todas las estaciones de mi existencia (¿pálida? No. Mi existencia). Al llegar a ésta estación, a este segundo de reflexión, digo agotado: - He aquí un varón que no le teme al espejo. He aquí un oprimido que no se pierde en el todo. Heme aquí, quién navegó, navega y navegará en los mares más tormentosos y traicioneros como el capitán que es, seguro de poder llegar al puerto de la felicidad.
Mi querido X, creo firmemente que nos une algo más que la fragua de la libertad o el herrumbre de nuestras cadenas. Nos une la necesidad (y la capacidad ) de tallar en las paredes agrietadas de nuestra celda la belleza de las estrellas que se dejan ver tras ventana y barrotes.
Está.
J.

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