(02-2001)
Niña del sol:
Quizás a estas palabras se las lleve el viento o el fuego, quizás las leas para reír o planear tu venganza. No sé, pero te escribo conciente de que -aunque sea por segundos- posas tu mirada sobre mi torpe cuerpo. Eso me hiere, ya no son los mismos ojos, no es aquella dulce, melancólica y triste mirada del principio...pero tampoco aquella fría, ajena y herida de hace unos días. No lo entiendo, no te conozco...y es lógico, me equivoqué...otra vez...soy un estúpido.
La fragilidad de mi espíritu me condicionó a escaparme con los besos de **N**. La soledad de mi corazón me condicionó a escaparme tras los pasos de la estupidez. La inmadurez de mi cerebro me condicionó a fallar a mis principios. Fuí débil a la parafernalia poética...
(“...ya no hay tiempo para lamentos...”)
Ya no hay tiempo para lamentos, debo aceptar perderte; aunque sueñe por el resto de mis noches poder encontrar una mirada melancólica y triste, la niña del sol que conocí.

Quedarás en mis sueños o pesadillas.
J.

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